lunes, 20 de marzo de 2017

Dónde está el LÍMITE de la COMPUTACIÓN



Los ordenadores avanzan a una velocidad  de vértigo. Los procesadores de la actualidad tienen de en torno a unas 800.000 veces más capacidad de cálculo que en los inicios, lo que nos ha llevado a que prácticamente cualquier persona pueda tener un ordenador en su casa por el que puede desde organizar su información personal hasta navegar por Internet, pasando por un montón de acciones que antiguamente eran exclusivas de computadoras que llegaban a ocupar salas y salas con marañas de cables. Este crecimiento es increíble pero, ¿parará?



El alma de un ordenador es su microprocesador, el chip que compone la CPU. El microprocesador es un circuito integrado formado por millones de transistores de silicio. Estos transistores son elementos electrónicos que manipulan el paso de corriente conforme a dos estados básicos, encendido o apagado, como interruptores. Estos son los famosos 1 y 0. Con estos estados se pueden hacer cuentas al igual que nosotros las hacemos mediante el sistema decimal de nuestros diez deditos. Para un ordenador es infinitamente más simple trabajar con dos encendidos y dos apagados alternos de corriente eléctrica, para nosotros 1010, que tratar de vislumbrar el número diez, por lo que todas las operaciones que hacen los ordenadores internamente las hacen en base a este flujo de encendidos y apagados, esta maraña de 1 y 0 que forman el sistema binario.
Hemos dicho que el microprocesador compone la CPU del ordenador. Las siglas CPU significan Unidad Central de Procesamiento (en inglés, claro). Esta se encarga de procesar los datos mediante los cálculos con 1 y 0 que hemos mencionado anteriormente. La CPU se compone de una unidad que realiza cuentas, la ALU (Unidad Aritmético Lógica) y una unidad que se encarga de controlar donde van los datos del ordenador, la CU (Unidad de Control). Con esto y unas pequeñas memorias que almacenan 1 y 0 llamadas registros, un ordenador es capaz de realizar todas las proezas que ya conocemos.

Centrándonos en la raíz de los microprocesadores nos damos cuenta que la capacidad de cálculo que tenga un microprocesador es proporcional a su número de transistores. El primer microprocesador fue el Intel 4004 de 1971, que presentaba 2300 transistores a 60kHz (osea, 60.000 conexiones eléctricas por segundo de los mismos) con operaciones de 4 bits (4 unos y ceros). Hoy en día los chips más potentes rondan los 700 millones de transistores a 3GHz (osea, 3.000.000.000 conexiones eléctricas por segundo de los mismos) con operaciones de 64 bits (64 unos y ceros). Esto es simplemente asombroso, en el mismo tamaño hoy en día caben 304.350 veces más transistores que antaño. La Ley de Moore, enunciada por uno de los fundadores de Intel Gordon E. Moore en 1965, dice que cada dos años aproximadamente, aumenta la precisión de las tecnologías de miniaturización de manera que se duplica el número de transistores que hay en un microprocesador. Esta ley, con sus pequeños altibajos, se lleva cumpliendo desde el 4004 y la miniaturización actual de los transistores es sencillamente increíble, de en torno a 14 nanometros por transistor.
Intel 404
La Ley de Moore presenta un inconveniente, dado que se duplica cada dos años el número de transistores, su tamaño se divide por dos, lo que implica que en poco llegaremos a escalas cuáticas en las que la computación como la conocemos sea imposible de controlar por efectos como el principio de Incertidumbre, y entre en nuestras vidas la conocida computación cuántica, pero de eso ya hablaremos.

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